En las afueras de la ciudad de Querétaro se erige una colina donde tuvo lugar un importante acontecimiento histórico: el fusilamiento del entonces emperador de México, Maximiliano de Habsburgo (Austria). Por esta razón, el Cerro de las Campanas, el nombre que recibe este monte, se ha convertido en uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad. Cinco años de intervención francesa y la imposición de un gobernador extranjero vieron su fin cuando el ejército republicano, al mando del general Mariano Escobedo, sitió al emperador Maximiliano y a las pocas tropas que le quedaban. En mayo de 1867, en la falda del Cerro de las Campanas, Maximiliano entregó su espada en señal de rendición. Ahí fue hecho prisionero junto con sus generales Miguel Miramón, expresidente de México, y Tomás Mejía. Los tres fueron juzgados por un tribunal de guerra y sentenciados a morir fusilados.
En la base del cerro se encuentra una placa conmemorativa que indica el lugar exacto donde Maximiliano se entregó al ejército de Escobedo. Por otra parte, en la cima del cerro se puede visitar una bella capilla de cantera rosa que se erigió en honor de Maximiliano años después de su muerte. Si deseas conocer a profundidad los hechos que aquí ocurrieron, puedes tomar un recorrido guiado con un experto que compartirá detalles, anécdotas y demás curiosidades.
El Cerro de las Campanas también ofrece un espacio para quienes buscan alejarse del bullicio de la ciudad. Hoy día Parque Nacional, alberga amplios espacios verdes donde es posible pasar un rato agradable, relajarse o hacer ejercicio. La cultura también se hace presente en el cerro: el museo La Magia del Pasado abre sus puertas para recibir a todos quienes deseen aprender sobre la historia de Querétaro de una forma dinámica y divertida. En el museo también se imparten cursos y talleres.